Capi

 Comenzaba la época estival del año 1998 y este personajillo aparecía en el mundo fruto del uso del matrimonio de sus progenitores, la Ronri y el Tigre. Junto a él, llegaron 5 hermanitos más, los cuales recibieron nombres de lo más variado, y él, fue bautizado como "Alejandro". El origen de este nombre está en que por aquel entonces, a una de sus dueñas le gustaba un tal Alejandro, entonces este lindo gatito tuvo que adoptar ese nombre  tan pintoresco para un gato.



     Al mes y pico de nacer, nuestro pequeño Alejandrito se fue con sus hermanos a vivir a un campo cerca del puerto de Sevilla, donde se les daba comida y vivían dentro de un camión que no se usaba, que estaba en el parking de la empresa donde estaba el campito en el que vivían.




     Pasó un tiempecito, y nuestro pequeño Alex creció pero sin dejar de ser un gatito, y un día apareció con un agujero en la pata y los dientes rotos. No se sabe porque, pero todo apunta a que seguramente fue algún trabajador cornudo al que no le gustarían los gatos. (en este último párrafo he moderado mi escritura para no desentonar con el contenido de la web, pero compartiré cualquier opinión negativa sobre ese hombre jejeje)




     Alejandrito volvió a la casa para recuperarse de sus lesiones, los dientes se le curaron solos, y el agujero de la patita cuando lo vio la veterinaria se lo limpió bien, y descubrió que además, tenia una astilla clavada. Le sacó la astilla y le dejó un agujerito en la pata de un centímetro de diámetro, y para que no se tocara la herida, le puso un collar isabelino (como el que tiene el gato de la foto). Como decir "collar isabelino" es muy largo, para abreviarle el nombre, le empezamos a llamar "capirote", y como consecuencia de llevar ese capirote, al final el gato adoptó su nuevo y definitivo nombre de "Capi".




     Durante la época previa a la operación, el Capi se adaptó perfectamente a la vida en familia, sus padres y hermanos mayores lo cuidaban y él lo agradecía derrochando felicidad y alegría. Llegó el día de la operación, y el pequeño Capi fue intervenido para cerrarle la herida que le cogía casi toda la superficie de su patita. El resultado fue conseguir que la herida cerrara, pero como le había cogido un nervio, perdió la sensibilidad en una de sus uñas.


 


     Tras su lesión, se decidió que se quedara a vivir en la casa y no volviera al campo, y así se fue haciendo mayor junto a sus hermanos. 

Llegó a su edad adulta, y para evitar más descendencia hubo que llevarlo a quirófano otra vez para quitarle "dos partes" de su masculinidad. A diferencia del resto, tras la operación no varió su actividad, seguía siendo tan juguetón y travieso como antes.



     Actualmente, el Capi es un gatito adulto que no ha crecido mucho físicamente, y a veces está tan loquillo que parece que tampoco ha crecido psicológicamente porque de vez en cuando hace sus travesuras y le da por ponerse celoso de los otros. Es un encanto de gato, muy cariñoso, entenderle es un mundo, por eso merece la pena conocerle.