Gordo

El Gordito nace el 1 de abril de 1998 a la vez que su hermana Chiqui, como fruto del romance ocasional entre su madre la Ronri y su amante obrero. Desde chico destacó del resto por su tamaño, no estaba muy gordito en sus primeras semanas, pero si se veía que iba a ser grandecito. Se bautizó con el nombre de "Sergio", un nombre muy raro para un gato, que tenía su origen en que a una amiga de su dueña le gustaba un niño que se llamaba Sergio, esa fue la razón por la que el gato adoptó su nombre.

 



Al mes de su nacimiento, su hermana Chiqui se mudó de piso, y sus otros tres hermanitos se mudaron a un campito en Carretera Del Batán. Aunque se quedó sin hermanos, pero siguió viviendo con su madre la Ronri y con su padre adoptivo, el Tigre, quien jugaba muchísimo con él dándole palizillas, pero el Gordito desde chico fue guerrillero y le iba la marcha. Ya en el siguiente parto de su madre, fue él quien daba palizas a los chicos como buen hermano mayor que era (pero siempre jugando eh).



     Este personajillo hizo una breve visita a su hermanita la Chiqui en su nuevo hogar, aunque parecía como si no se hubieran visto nunca, porque ella no salía del asombro de ver alguien igual a ella, ni él de ver una casa distinta a la suya. Pasó un poco el tiempo y nuestro gatito gordo se mudó junto con sus padres a la casa donde vivía su hermanita, adaptándose enseguida al nuevo hogar.




     En este nuevo hogar nuestro Gordito se convirtió en machote, y mantuvo un pequeño pero fructífero romance con su hermanita, de donde aparecieron al poco tiempo tres gatitas, la Oreja, la Sergia y la Gordita. Tras este romance, este machote que ya se nos había hecho un gato adulto y muy grande, tuvo que pasar por quirófano para seguir siendo un machote pero sin dejar descendencia. Aquí en la foto lo vemos con su hija la Gordita tumbados al fresquito en el suelo de la cocina.



     Desde la operación, se volvió más sedentario como es lógico, y como consecuencia, más gordito. Fueron sus años mozos, en los que seducía con la mirada, pero como no todo puede ser tan bonito, un virus se acomodó en su cuerpo y lo puso muy malito, tanto que no tenía fuerzas ni para andar. Por suerte se recuperó pronto, aunque perdió mucho peso. A pesar de que perdió peso, siempre lo buscaban para arroparse en él, será que al ser más grande da más calor. En verano no mucho, pero en invierno siempre lo tienen asfixiaito al pobre.

 


     De nuevo se volvió un gato hermosote pero le entró gengivitis, una enfermedad que le afectaba a los dientes y encías, y había que pincharle corticoides y antibióticos de vez en cuando. Volvió a perder mucho peso, pero como tenía buenas reservas pudo aguantar el tirón como un campeón. Esta enfermedad fue muy larga y muy dura para él, solo podía comer cositas blandas y aún así lo pasaba mal. La solución fue una visita al dentista y sacarle bastantes dientes, lo cual le dejó la boca a prueba de bombas, pudiendo comer pienso de nuevo.


     Una nueva etapa de hermosura para el Gordito, pero este gato es de altibajos, y le dio la cara el intestino, que lo tiene delicado, lo que lo dejó de nuevo delgadito y necesitando otro tipo de alimentación basada en unas latitas de paté indicado para el intestino, un pienso especial, y unas albondiguillas que le regulan la digestión, todo esto acompañado de su medicación.


     En la actualidad, con esta alimentación le va bien, aunque esta muy delgadito, pero aunque ha pasado mucho en su vida con las cositas que le han ido surgiendo, siempre ha sido, es, y será un gato guapetón, grande, fuerte, y con unos ojazos azules que son la guinda del pastel.